Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2023) el estrés se define como: un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil.
El estrés, no obstante, puede afectar a muchas áreas de nuestra salud mental, pudiendo dar lugar a estados de ansiedad y depresivos; además de problemas de sueño, disminución del rendimiento académico y teniendo un gran impacto en las relaciones sociales.
¿Qué es el estrés y cuáles son sus efectos?
Sabemos que el estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que percibimos como amenazantes o desafiantes. Sin embargo, cuando el estrés se prolonga, puede tener efectos secundarios significativos en nuestra salud mental y física. A continuación se exponen algunos de estos efectos secundarios, desde la perspectiva psicológica:
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Impacto del estrés en la salud mental
Unos de los efectos secundarios más comunes. La prolongada exposición a situaciones estresantes puede llevar a desencadenar una serie de emociones negativas, incluyendo la preocupación constante.
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El riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares
Cuando estamos estresados, el cuerpo libera hormonas como la adrenalina y el cortisol, lo que eleva la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Estos efectos, prolongados en el tiempo, pueden causar inflamación en los vasos sanguíneos, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, arterioesclerosis, y eventualmente en casos extremos, desencadenar ataques cardíacos o infartos cerebrales. Además, el estrés agrava otros factores de riesgo, como la mala alimentación y la falta de sueño, lo que empeora el estado cardiovascular general.
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Estrés y trastornos del sueño
El estrés prolongado puede llevarnos a perturbaciones en nuestros ciclos de sueño y vigilia. Las preocupaciones pueden dificultar conciliar el sueño o mantenerlo durante la noche.
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Problemas de concentración y memoria
El estrés prolongado puede afectar a nuestras funciones cognitivas, dificultando así la concentración y la retención de información a corto plazo.
Las fases del estrés
El estrés se presenta en tres fases principales que reflejan cómo el cuerpo responde y maneja situaciones desafiantes:
- Fase de alarma: Esta es la primera reacción del cuerpo ante un evento estresante. Se libera adrenalina, lo que provoca una respuesta de «lucha o huida». Es en este momento cuando el cuerpo se prepara para enfrentar la situación, aumentando la frecuencia cardíaca, la respiración y la tensión muscular. Aquí, el cuerpo está en alerta máxima.
- Fase de resistencia: Si el factor de estrés persiste, el cuerpo entra en la fase de resistencia. El organismo intenta adaptarse y mantener un nivel elevado de energía para hacer frente a la situación. Aunque los signos más evidentes del estrés pueden disminuir, el cuerpo sigue trabajando intensamente para lidiar con el desafío. Si la situación se prolonga demasiado, la energía y los recursos del cuerpo empiezan a agotarse.
- Fase de agotamiento a nivel psíquico y físico: Si el estrés continúa sin ser gestionado, el cuerpo finalmente llega a su límite. Los recursos energéticos se agotan y el cuerpo ya no puede seguir resistiendo. Como resultado, pueden aparecer síntomas como fatiga extrema, problemas de salud física y emocional, como ansiedad, depresión o enfermedades relacionadas con el estrés.
Cuáles son los principales tipos de estrés
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Estrés crónico:
Se refiere a la exposición prolongada a situaciones estresantes o a un estado continuo de tensión y preocupación. La persona se ve incapaz de salir de la situación deprimida en la que se encuentra. Puede tener efectos adversos en la salud física y mental, y ha sido asociado con una mayor incidencia de trastornos como la ansiedad, depresión y enfermedades cardiovasculares. Lo más peligroso del estrés crónico es que las personas se acostumbran a vivir con él, y se olvidan de su presencia.
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Estrés post traumático:
Es el resultado de haber vivido de forma directa o indirecta un evento extremadamente estresante o traumático, como abuso, violencia, desastres naturales o experiencias de guerra. Este tipo de estrés puede dar lugar a un trastorno de estrés postraumático (TEPT).
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Estrés laboral (burnout):
Es aquel que se produce en un contexto de trabajo y puede ser causa como por ejemplo por sobrecarga de tareas, falta de control, acoso laboral e inseguridad laboral. Los síntomas pueden ser agotamiento emocional, cinismo o despersonalización, baja realización laboral.
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Estrés parental:
Se refiere a la tensión y presión asociadas a la crianza de los hijos. Los padres pueden experimentar estrés parental debido a las preocupaciones que tienen sobre la salud de sus hijos, los conflictos familiares, dificultades económicas o a combinación de responsabilidades laborales y familiares.
También existen el estrés escolar, ambiental, emocional, del embarazo y parto, ocupacional, metabólico, oxidativo, etc.
Es complicado identificar el tipo de estrés más peligroso, dado que cada persona responde de manera diferente al estrés y sus efectos pueden variar según diversos factores, como la duración, intensidad y capacidad de afrontamiento de la persona. No obstante, aquellos que se consideran más peligrosos teniendo en cuenta los efectos que pueden tener en la salud mental y física de las personas son:
- Estrés crónico.
- Estrés post traumático.
- Estrés laboral o burnout.
¿Cómo afecta el estrés a órganos específicos?
El estrés prolongado no solo afecta el estado emocional, también puede llegar a impactar y tener consecuencias negativas a varios órganos de vital importancia para una tener una calidad de vida de buena calidad:
- Cerebro: El estrés crónico puede alterar la memoria y la concentración debido a un exceso de cortisol, la hormona del estrés.
- Corazón: Aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
- Estómago y sistema digestivo: El estrés puede causar gastritis, indigestión y agravar problemas como el síndrome del intestino irritable.
- Problemas de piel: Condiciones como el acné, eccema o psoriasis pueden empeorar bajo niveles altos de estrés.
El impacto varía según la persona, pero el cuerpo entero puede resentirse si el estrés no se gestiona adecuadamente.
La disminución de cortisol y magnesio, un problema a tener en cuenta
El estrés provoca la liberación de cortisol, una hormona clave en la respuesta del cuerpo al estrés. En situaciones normales, ayuda a mantener el equilibrio en el metabolismo, los niveles de azúcar en sangre y la respuesta inflamatoria. Sin embargo, en situaciones de estrés crónico, el exceso de cortisol puede afectar negativamente al sistema inmunológico, provocando fatiga, ansiedad y aumento de peso.
El magnesio es un mineral vital para contrarrestar estos efectos. Ayuda a regular la actividad del sistema nervioso, favorece la relajación muscular y reduce la producción excesiva de cortisol, ayudando a restaurar el equilibrio. Juega un papel importante en la producción de energía y el funcionamiento adecuado del corazón. Sin niveles adecuados de magnesio, el cuerpo puede volverse más vulnerable al estrés y a sus efectos dañinos.
Diferencias con otros problemas, ¿es lo mismo que la ansiedad?
El estrés y la ansiedad son conceptos relacionados dado que son patologías que pueden estar relacionadas pero no son lo mismo. Ambos dan lugar a respuestas emocionales y físicas frente a situaciones que se perciben como amenazantes y desafiantes; pero estas son las diferencias:
- Origen: el estrés se relaciona generalmente con una situación específica que percibimos como estresante, en un plazo ajustado. En cambio la ansiedad puede surgir sin causa clara o específica.
- Duración: el estrés aparece y desaparece en un corto período de tiempo comparado con la ansiedad, dado que pueden participar en esta más pensamientos irracionales y preocupaciones innecesarias. La ansiedad puede continuar cuando el estrés ya ha desaparecido.
- Respuestas fisiológicas: tanto el estrés como la ansiedad pueden generar respuestas fisiológicas parecidas como un aumento del ritmo cardíaco, respiración rápida, sudoración y tensión muscular. No obstante, la ansiedad a menudo se caracteriza por síntomas físicos más persistentes, como la sensación de opresión en el pecho, temblores, náuseas, y mareos.
¿Puede el «eustrés» llegar a ser positivo?
El estrés, aunque generalmente se asocia con consecuencias negativas, puede tener un impacto positivo cuando se experimenta de manera temporal y moderada. Un estudio realizado por la Universidad John Hopkins indica que una cantidad moderada de ansiedad y estrés durante el embarazo está relacionada con un desarrollo infantil más avanzado. Es importante destacar que el estrés puede actuar como un estímulo que impulsa la creatividad, el aprendizaje y la toma de decisiones. Sin embargo, si se sobrepasa cierto umbral y no contamos con las herramientas necesarias para manejarlo, puede afectar negativamente nuestra salud física y mental.
Es importante reconocer que no todos los tipos de estrés son beneficiosos. Aquellos que provocan ansiedad, miedo y parálisis, impidiendo una vida normal, son claramente perjudiciales, como muchas personas han experimentado en algún momento. Por otro lado, existe el denominado «eustrés», que se refiere al estrés beneficioso e imprescindible según la literatura científica. Este tipo de estrés puede potenciar habilidades esenciales para el desarrollo humano, como la creatividad, la capacidad de aprendizaje, la toma de decisiones y la mentalidad positiva, entre otras.
Cómo se previene
Prevenir el estrés implica tener una serie de estrategias y hábitos saludables para poder manejar las diferentes demandas de la vida diaria de manera efectiva. Sugerencias para prevenir el estrés:
- Establecer límites: aprender a decir “no” cuando sea necesario y establecer límites saludables en tus responsabilidades y compromisos para evitar sobrecarga.
- Hacer ejercicio físico ayuda a relajarnos y a mejorar las relaciones con nuestro entorno, además de liberar tensiones y distraernos de pensamientos negativos, como corrobora este estudio de Dialnet
- Realizar ejercicio físico: ayuda a estar más relajado y relacionarse con tu entorno. Libera tensiones y nos distrae de los pensamientos negativos.
- Gestión del tiempo: organiza tu tiempo de la forma más eficiente posible, teniendo en cuenta el descanso y planificando tus actividades. Reducirá tu aburrimiento y minimizará el estrés relacionado con el tiempo.
- Autoestima: las personas con una autoimagen positiva tienden a tener una mayor confianza en sí mismas y en sus habilidades para hacer frente a situaciones estresantes.
- Relacionarse con el entorno: reforzar las conductas positivas con las personas del entorno e intentar modificar aquellas que son negativas.
Consecuencias de este estado mental
El estrés puede tener consecuencias a largo plazo y a corto plazo en la salud física, mental y emocional de una persona.
A corto plazo:
- Síntomas físicos agudos: tensión muscular, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, aumento del ritmo cardíaco y respiración acelerada.
- Respuesta de lucha y huída: en situaciones estresantes el cuerpo activa la respuesta de lucha o huida, que implica la liberación de hormonas del estrés como cortisol y adrenalina. En el caso del aumento de cortisol, aumenta la insulina y puede provocar casos de sobrepeso.
- Dificultades cognitivas: el estrés puede dificultar la concentración, toma de decisiones y memoria a corto plazo.
- Cambios emocionales: irritabilidad, ansiedad, tristeza o agitación.
A largo plazo:
- Problemas de salud física: enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes, obesidad, trastornos gastrointestinales y problemas inmunológicos.
- Trastornos mentales: ansiedad, depresión y trastorno de estrés post traumático.
- Fatiga crónica: el estrés crónico puede llevar a tener una sensación persistente de fatiga física y mental.
- Problemas interpersonales: puede afectar a las relaciones interpersonales provocando conflictos, aislamiento social y dificultades para comunicarse con los demás.
- Aumento del riesgo de adicciones: uso de alcohol, drogas o tabaco.
Qué tratamiento psicológico podemos dar
La terapia breve estratégica es un enfoque terapéutico que cuando se utiliza para tratar el estrés, se centra en proporcionar estratégicas prácticas y soluciones concretas para manejar eficazmente las situaciones estresantes.
En lugar de centrarse en la sintomatología del estrés, se centra en las soluciones que la persona ha estado utilizando para manejarlo, que a menudo aumentan el problema y no lo resuelven. Cuanto más se intentan controlar los síntomas más descontrolados están.
No obstante, es importante recordar que cada individuo es único y que el tratamiento debe adaptarse a sus necesidades. Por ello es esencial trabajar con un profesional de la salud mental.
Júlia Pascual Psicóloga, directora del Centro Júlia Pascual.